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Mensaje por Admin Mar Mayo 03, 2016 8:51 pm

Incas, ¿imperio, pertenencia, dependencia? Decadencia.



Geográficamente la civilización incaica floreció en la región andina, principalmente en el actual Perú, desde el océano pacífico hasta la selva amazónica; y de norte a sur, desde la actual Colombia hasta el noroeste argentino, ubicando su centro de poder estatal en el Cuzco. Se estima que la población en la región andina, en el momento anterior a la conquista rondaba de 11 a 15 millones de personas.

Texto de la clase Mapa+expansig


Para comprender la historia del mundo andino, hay que entender que se trata de una región totalmente separada del resto de las civilizaciones, incluso con contacto prácticamente nulo o muy aislado de lo que es Mesoamérica, surgiendo así una historia muy particular.
La estructura de dichas sociedades se enmarca en parámetros comunes y modelos según hábitos de trabajo y obediencia, estipulados desde lo micro a lo macro, para luego reconocer una superestructura estatal con alcances razonables, y emparentados con los grandes imperios de la historia occidental.
Considerando a las etnias locales su condición de ágrafas (sin escritura); se dificulta componer una línea histórica en sentido clásico europeo; sin embargo los registros arqueológicos, antropológicos y los ensayos que nos dejan los mismos españoles, nos dan a entender como la infraestructura que el estado incaico poseía posibilitó la anexión de vastos territorios, en primera medida cercanos al Cuzco, y luego incluso, aun más lejanos.
Las sucesivas etnias que fueron dominando la zona construyeron diversos caminos que posibilitaban el intercambio de productos para la subsistencia; caminos que los Incas aprovecharon, adaptaron, y expandieron mas allá de los confines conocidos, y que les proporcionaron una superioridad frente a sus rivales, por ejemplo en cuanto al traslado de los ejércitos.
Caminos, puentes, tambos y depósitos que el estado poseía permitieron la expansión territorial. Esta infraestructura resultó fundamental para la organización incaica, ya que en ella se movilizaban ejércitos, poblaciones y productos de forma que ninguna etnia en el pasado había logrado realizar.
Los conceptos fundamentales de organización social que sentaron las bases de dicha expansión reposan en la estructura de reciprocidad y redistribución. La primera podemos ubicarla como característica especial de las comunidades locales, donde  la fuerza de trabajo se prestaba y se adquiría en una relación simétrica, donde los deberes de uno eran además los deberes del otro, el don y el contra don. Por otra parte el concepto de redistribución ubica un orden jerárquico en donde un grupo acumula y distribuye, los curacas o jefes locales, y el otro produce prestando su fuerza de trabajo, /la comunidad.


Texto de la clase Organizacion-social-tahuantinsuyo

En ambos casos, tanto la comunidad (ayllu) como los jefes locales (curacas) debían obediencia y trabajo ante el Inca (representante máximo del Estado).
Se puede considerar a la redistribución como algo equitativo hacia todas las comunidades que comprendían al Estado. Sin embargo, esta sociedad jerarquizada, que presuponía una horizontalidad certera para algunas visiones y autores occidentales no era en la práctica una realidad consistente. Es decir, ciertas comunidades, no estaban del todo conforme con el modelo establecido, sintiéndose ahogadas en la prestación de su fuerza de trabajo más allá de los límites de su propia comunidad y dejando a las jerarquías o curacas locales un desabastecimiento de fuerza de trabajo que repercutía directamente sobre el sentimiento de pertenencia. Dicha dependencia, por encima de ubicar los cimientos de una gran nación (en el sentido amplio de la palabra), pregonaba el deterioro sistemático de los vínculos dependientes del Estado. Inca-Curaca-Ayllu no lograron estructurarse armónicamente durante toda su coexistencia, ni con la creación del Tahuantinsuyo, y aún menos con la llegada del español conquistador. Por el contrario, acrecentó aun más esa división plasmada en la práctica y aprovechada por este último para poder lograr su fin.
La ligazón más acentuada en la que el Estado estuvo presente en la práctica resultó la de imponer un solo idioma para todo el territorio, con el fin de facilitar los vínculos preestablecidos. Mantuvo para la mayoría de las comunidades locales, salvo excepciones, sus lenguas de origen, ritos y vestimentas. De esta forma se interpreta como el Estado no solo no buscó sofocar culturalmente a las distintas comunidades sino que además las respetó, bajo la única condición de la prestación de su fuerza de trabajo.
“La ayuda mutua comunitaria y la centralización estatal se desarrollan en instituciones cuyo “modelo” teórico fue elaborado por los propios Incas. Este modelo teórico constituye una forma racional e ideal más que un exacto reflejo de la realidad; por ser  más precisos, expresa la representación consciente que los Incas se hacían de su propia sociedad y que, a su vez, trataban de imponerle. Es, en suma, la ideología que justifica la concepciones de la reciprocidad y la redistribución” (Nathan Wachtel, 1976, p. 113).
El Tahuantinsuyo, aquella conformación “imperial” para unificar las cuatros regiones del mundo conocido, era más bien una concepción teórica que la posibilidad concreta de aquellas comunidades en sentirlas como propia e integradas a un sentimiento unificado de pertenencia. No existió una identidad cultural acorde a la grandeza de la estructura  y la territorialidad conformada por el conjunto. Este factor provocó con el advenimiento del español que se lo identifique como una posibilidad de sacudir los cimientos de la organización social y la opresión que el Estado ejercía.
Teniendo en cuenta el desconocimiento que el nativo tenia frente a lo que ocurría en Mesoamérica e ignorando los verdaderos objetivos que el recién llegado traía consigo, no fue asumido como un invasor, en principio, por las comunidades locales. Dicha situación aprovechada por los españoles dio lugar a un entramado de alianzas estratégicas.
Sin embargo, aquella superestructura del Estado, organización articulada y en funcionamiento resultó fundamental para la conquista y aniquilamiento, a largo plazo, de todas las etnias andinas y lo que ellas significaban en cuanto a los vínculos sociales y políticos pre-establecidos y anteriores al español.


Texto de la clase 4fa91b389f637dcda9b510baf8e800b6


Un único destino resultó del choque de estas civilizaciones: la aculturación. Unos sobre otros, la opresión por encima del respeto. Una vez consumada la muerte del Inca, aquella estructura de la cual logró nutrirse el invasor, dejo lugar a un nuevo andamiaje en referencia a las relaciones sociales, económicas y políticas. Un nuevo quedo establecido. Mas allá de la superioridad técnica, el caballo, las enfermedades, etc., la cosmovisión del mundo que tenía el nativo había dejado de existir para siempre.

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